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Antiguo como las civilizaciones y tan sabio como la tierra que lo vio nacer, el higo es mucho más que una dulzura natural con propósito: es un símbolo de nutrición profunda y conexión con la naturaleza que despierta memorias ancestrales.
Rico en fibra soluble, este fruto favorece el tránsito intestinal, ayuda a prevenir el estreñimiento y actúa como alimento para la microbiota, apoyando el equilibrio digestivo desde la raíz. Pero su magia no termina ahí: los higos contienen antioxidantes como polifenoles y flavonoides que ayudan a combatir la inflamación silenciosa, clave en muchas enfermedades crónicas actuales. Recordemos: prevención con ciencia y sanación con consciencia.
¿Sabías que también puede ser un “calmante natural”? Gracias a su contenido en magnesio, favorece la relajación muscular y nerviosa, lo que lo convierte en un aliado en momentos de ansiedad o tensión emocional. Su dulzura natural —no agresiva como el azúcar refinado— también puede ayudarte a calmar antojos de forma saludable.
Consumido fresco o seco, el higo honra la sabiduría de los alimentos funcionales: nutre, protege y equilibra. Eso sí, si lo consumes seco, recuerda que su concentración de azúcares es mayor, por lo que conviene disfrutarlo con moderación.
Inclúyelo en ensalada de Higos, Rúcula y Aguacate: 2 higos frescos cortados en cuartos, 1 taza de rúcula, ½ aguacate en láminas, ¼ taza de queso feta o de cabra desmenuzado, ½cucharada de ajonjolí, 1 cucharada de aceite de oliva extra virgen, 1 cucharadita de vinagre balsámico, sal y pimienta al gusto. En un bowl mezcla la rúcula, los higos y el aguacate con cuidado, agrega el queso, el ajonjolí y a degustar.

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