Gente que Cuenta

Orenita,
por Luli Delgado

Edvard Munch Atril press
Edvard Munch,
Alto verano, 1915
Fuente: https://www.wikiart.org/

Me parece que estoy hablando de otra persona, pero sí, muchos años atrás iba con frecuencia a la playa.

De pequeña, íbamos todos a una casa que mis papás alquilaban durante las vacaciones. Nos mudábamos con todo y muebles y mi papá nos decía “respiren hondo, que esto me va a salir caro”. Apenas empecé a manejar, “bajaba” los fines de semana con mis recién inaugurados amigos de la universidad. En aquella época yo usaba unos bikinis mínimos y para broncearme Coca-Cola con aceite de bebés. Del UV no tenía ni la primera noción y mucho menos del cáncer de piel.

Casi siempre regresábamos ya con plan para esa noche y, aunque me sigue pareciendo que estoy hablando de otra persona, llegaba a mi casa, me bañaba, me cambiaba de ropa y salíamos hasta tarde en la noche.

Más adelante, ya de mamá, continuaba yendo casi todos los fines de semana. Pasé a usar trajes de baño de una pieza y Ceci decía que en la playa se ponía “orenita”. Ya más o menos tenía idea de la existencia de protectores solares, pero sin mucho fanatismo, y me hubiera parecido un contrasentido ponerme o ponerle a Cecilia ropa de manga larga. Si la idea era justamente que mientras más expuestas, mejor.

Se fue pasando el tiempo, nos mudamos a São Paulo y, salvo un par de veces que pasamos un fin de semana en la playa, fue así como que si me hubieran borrado de la mente que el mar existía, que caminar por la arena era lo máximo y un colorcito no le viene mal a nadie.

Aquí en Portugal el mar es helado y hay un ventarrón de miedo. Fuimos una vez y lo vimos de lejitos. No tengo marcas de sol en el cuerpo y el mar me da miedo.

¿Por qué les estoy contando todo esto? Porque la mente siempre está jugando. En estos días estaba conversando con mis primos sobre la Cigarrera Bigott, donde mi tío Colin trabajó toda su vida. Uno de ellos, Martin, me contó que el hijo del Sr. Bigott había estudiado en Harvard y a su regreso había creado la marca de cigarrillos Beltmont suave, que, no sé si ahora, pero en mi época, era una de las marcas más vendidas en Venezuela. Su propaganda variaba, pero siempre en torno de un grupo de jóvenes en la playa. Entonces me metí por esa calle y empezaron a salir los retazos que ahora comparto con ustedes.

La gente de cédula de identidad de denominación baja, seguro se va a acordar…

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Luli Delgado es periodista venezolana, Master en Artes de Cine y  Video – por The American University, Washington, DC. Fue Directora Ejecutiva de la Fundación Andrés Mata de El Universal de Caracas, y Gerente del Centro de Documentación de TV Cultura de São Paulo. Es autora de varios libros y crónicas. delgado.luli@gmail.com
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