
Andes venezolanos, 2012
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Me enteré por las redes que esta semana la Real Academia de la Lengua Española incluyó el gentilicio gocho como: “adj. Coloq. Ven. Natural de la zona andina venezolana. U.t.c.s. (usado también como sustantivo). Perteneciente o relativo a la zona andina venezolana o a los gochos”.
Pero resulta que esta no es ni la primera ni la única acepción de la palabra. La primera vendría siendo: “De la interjección goch, con que se llama al cerdo”.
Ahí me metí a preguntarle al GPT y resulta que sí, que el término nació en España como apodo para el cerdo, porque imitaba el sonido con que se llamaba al animal.
Hasta ahí la parte formal de la búsqueda. De aquí en adelante, pura especulación. No soy historiadora, ni pretendo echármelas de quien sabe, pero muchas veces oí decir que cuando allá por 1899 Cipriano Castro llegó a Caracas, a los habitantes de la capital no les hizo ni pizca de gracia su presencia y los veían por debajo del hombro. Aquí es que, atando cabos, puede estar el origen del mote a los andinos, parte del paquete de burlas que los locales de la época acuñaron.
Lo que nadie sabía era que los andinos habían llegado para quedarse en el poder y que a Castro lo sucedió Gómez, a quien sucedió López Contreras, a quien a su vez sucedió el General Medina Angarita. Sacando cuentas, entre 1899 y 1945 pasaron cuarenta y seis años, lo suficiente para que esos “gochos” llegados del otro lado del país terminaran casándose con señoritas caraqueñas y de otras regiones y poco a poco el desprecio inicial se fue apaciguando hasta convertirse en gentilicio. El asunto llegó a tal punto, que cuando Carlos Andrés Pérez se lanzó por segunda vez a la presidencia de la república, el lema de su campaña, seguro se acuerdan, fue “El gocho pal’ 88” y no solamente que ya no era insultante, sino que ganó las elecciones.
El caso es que tiempo atrás, diez años concretamente, Walter Márquez y Raúl Casanova, Rector de la Universidad del Táchira, entre otros, iniciaron la solicitud para que la RAE considerara la inclusión del vocablo en su diccionario. ¡Y lo lograron! Para, supongo, el gran beneplácito de la comunidad andina.
Todo esto lo escribo pensando en un andino ilustre y para mí muy querido, que lo hubiera disfrutado como nadie. Me refiero al Dr. Ramón J. Velásquez, a quien me parece estarlo viendo con un cafecito en la mano, comentando: ¿Y cómo le parece que admitieron el gentilicio? Solo de imaginármelo me da mucha emoción…

Fue Directora Ejecutiva de la Fundación Andrés Mata de El Universal de Caracas, y Gerente del Centro de Documentación de TV Cultura de São Paulo. Es autora de varios libros y crónicas.
delgado.luli@gmail.com