
Para ayudar a Manolo a pasar el “bajón” que le produjo el suceso de Violeta, insistí en que me acompañara al Circo Benito con la total seguridad de que ese era el salvavidas que mi amigo necesitaba.
Mis expectativas se cumplieron desde el desfile inicial cuando uno de los ponies se empeñó en no seguir al resto y terminó comiéndose el helado de un niño de la primera fila. De ahí en adelante, la catarata de cosas que no salieron “a la perfección” era imposible de registrar en tiempo real: A un payaso se le cayeron los pantalones y fue evidente que eso no formaba parte del acto porque el pobre hombre no llevaba ropa interior. Los gritos de horror (o de agradable sorpresa, no lo sé) de las madres no superaban las risas de los pequeños. Cuando el mago abrió la caja, su ayudante tenía el vestido atrapado en la trampilla oculta y no había “desaparecido”. El león se negó en redondo a saltar el aro de fuego si no lo apagaban primero. La mujer que hacía figuras con telas colgantes quedó entretejida, tipo crochet, hasta que los operarios, sin quitarse el pitillo de la boca, la bajaron. En fin, todo estaba ocurriendo como yo lo esperaba y, por supuesto, Manolo estaba extasiado. Su idea de que lo “perfecto” deja de ser humano encontraba en el Circo Benito un argumento vivo. Manolo no disfrutaba aquí de lo eximio de aquellos “artistas” sino gozaba viéndolos vulnerables, fallidos y como, noche tras noche, volvían a salir.
Sólo un Mentalista rompió el guion. Adivinó más de cien detalles de la vida íntima de muchos de los asistentes. ¿Qué hacía alguien así en el Circo Benito? ¿Cómo lograba hacer lo que hacía? Imaginé que Manolo tendría la misma o más curiosidad que yo. Pero me equivoqué.
─ No quiero saber si hay truco ni cómo lo hace. Prefiero guardar lo que vi entre los “misterios” que no puedo explicarme. Es bueno reservarnos algunos para aceptar que no sabemos todo.
Terminó con una frase de Shakespeare: “Hay más cosas entre el cielo y la tierra que las que ha soñado nuestra filosofía, querido Horacio”.
Me imagino que se refería a mí con lo de “Horacio”, a menos que sea otro misterio.

Profesor universitario de Literatura del Renacimiento y Teatro Contemporáneo. Escritor de ficción para cine, televisión y literatura, especialmente policial. Sus novelas “Por poco lo logro” y “Serpientes en el jardín” se consiguen en Amazon. Ha creado y dirigido Diplomados de Literatura Creativa y de Guion audiovisual en la Universidad Metropolitana de Caracas. Actualmente mantiene un programa de cursos virtuales relacionados siempre con la Narrativa en todas sus formas.
josemanuel.pelaez@gmail.com