Gente que Cuenta

El Alien,
por José Manuel Peláez

Joven en autobus Atril press
“Se levantó y caminó hacia la salida del vehículo sin levantar la vista del teléfono y sin dejar de teclear entre miradas hostiles y solidarias al cincuenta por ciento…”
Fuente: https://stockcake.com/

Todos los asientos del autobús estaban ocupados. Cuando vimos entrar a una señora embarazada con un gran paquete en la mano, seguramente esperamos que alguien amable le cedería el puesto. A mi lado, un joven estaba inmerso en un juego del supuesto teléfono inteligente. Su rostro denotaba concentración absoluta en el teclado, en el destino de sus avatares y en lo que sus audífonos le decían. Pensé que iba a ser muy difícil que reparara en la futura mamá colocada estratégicamente frente a él.

Al cabo de un minuto y después de varios sacudones por los baches, decidí cederle mi puesto a la señora porque me cansaba más discutir con el video jugador que estar de pie. Mi gesto fue la señal de partida a una disputa iniciada con la señora agradecida que no se explicaba lo que pasaba con la juventud hoy en día y seguía de inmediato con una voz dos filas más atrás que levantaba la bandera de “… en mis tiempos eso no pasaba…”.

El zafarrancho estaba servido y muy pronto el pasaje se dividió en quienes pensaban que al muchacho había que lanzarlo por la ventana con sus audífonos, su teléfono y sus malos modales y quienes, más cercanos al joven, defendían su derecho a hacer lo que le pareciera porque de eso se trataba la libertad y el respeto.

Pero antes de llegar al siguiente destino, cualquier respeto se había perdido, igual que las ideas, suplantadas ahora por toda clase de insultos más o menos velados. Las palabras “viejo” o “joven” se convirtieron en la forma de echarse en cara los unos a los otros lo que unos habían perdido con los años y lo que otros ni imaginaban que algún día les llegaría.

El anuncio de parada despertó la reacción del joven jugador, ajeno por completo a lo que ocurría a su alrededor. Se levantó y caminó hacia la salida del vehículo sin levantar la vista del teléfono y sin dejar de teclear entre miradas hostiles y solidarias al cincuenta por ciento. Me maravilló cómo pudo bajarse del autobús sin caerse y cómo avanzaba entre la gente sin tropezarse con nadie, como si un escudo invisible le abriera camino a su burbuja.

La ausencia del victimario/víctima reavivó la discusión en el autobús sobre su actitud, pero yo no podía ni quería tomar partido. Me quedé con una enorme sensación de dolor por todo lo bueno y lo malo que aquel joven pudiera dejar de vivir y experimentar en este planeta mientras, con toda libertad, fuera esclavo de su teléfono y sus audífonos.

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José Manuel Peláez Profesor universitario de Literatura del Renacimiento y Teatro Contemporáneo. Escritor de ficción para cine, televisión y literatura, especialmente policial. Sus novelas “Por poco lo logro” y “Serpientes en el jardín” se consiguen en Amazon. Ha creado y dirigido Diplomados de Literatura Creativa y de Guion audiovisual en la Universidad Metropolitana de Caracas. Actualmente mantiene un programa de cursos virtuales relacionados siempre con la Narrativa en todas sus formas. josemanuel.pelaez@gmail.com
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