Gente que Cuenta

Pensar,
por Getulio Bastardo

Alexej von Jawlensky Atril press
Alexej von Jawlensky,
La pensadora, 1912
Fuente: https://www.wikiart.org/

Pensar es la actividad fundamental de la mente que nunca se detiene. A través del pensamiento inferimos, concluimos, imaginamos y exploramos una infinidad de posibilidades, algunas alentadoras, otras no tanto. El cerebro no se detiene, ni siquiera durante el sueño.

Sin embargo, el acto de pensar no es tan simple como parece. Cada pensamiento va acompañado de una emoción o sentimiento. Cuando la emoción es placentera, el cuerpo responde con reacciones —a veces visibles, otras no— que resultan agradables o reconfortantes. Pero también pueden generarse respuestas desagradables cuando el pensamiento es negativo o perturbador.

Digo “visibles o no” porque muchas de estas respuestas ocurren de forma automática, sin que seamos plenamente conscientes de ellas. En ocasiones, estas reacciones resultan desconcertantes, ya que no se asocian con ningún pensamiento claro. Parecen surgir “de la nada”.

Pero no es así. Es muy probable que usted haya estado rumiando una idea durante largo tiempo, de manera constante o repetitiva. Y cuando menos lo espera, el cuerpo manifiesta esa carga mental a través de una emoción displacentera que, finalmente, se hace notar.

Independientemente del origen de esas ideas parásitas y reiterativas, es importante saber que el malestar no aparece por azar: es producto del pensamiento.

Y si ya conocemos la raíz del problema, parecería lógico —aunque suene a Perogrullo— deducir el tratamiento: cambiar la manera de pensar, pero eso no es tan fácil.

Por supuesto, existen técnicas para lograrlo. Pero ¿qué tal si comenzamos por adoptar una actitud más optimista ante la vida y las circunstancias particulares de cada uno? Tal vez, con un esfuerzo consciente, podamos sustituir esos pensamientos negativos por imágenes, recuerdos o sensaciones agradables que todos, en algún momento, hemos experimentado.

Cuando invito a las personas a recordar algún momento placentero de su existencia —por no decir feliz—, las más pesimistas responden que no logran recordar ninguno. Entonces les pregunto: ¿y cuando nacieron tus hijos? En ese instante, muchos recapitulan y corrigen su respuesta. Es como si algo se iluminara dentro de ellos. Porque sí, incluso en medio del dolor o la rutina, todos tenemos al menos un momento que vale la pena volver a pensar. Allí comienza la mejoría.

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Getulio Bastardo
Médico psiquiatra clínico, profesor universitario jubilado en Venezuela y activo en Perú, casado, con seis hijos y seis nietos. Soy un viejo feliz
getuliobastardo@yahoo.com.mx

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