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Rafael Victorino Muñoz

Los libros prohibidos, por Victorino Muñoz
104b, Rafael Victorino Muñoz

Los libros prohibidos, por Victorino Muñoz

        La Biblioteca es tan enorme que toda reducción de origen humano resulta infinitesimal.  Jorge Luis Borges, La biblioteca de Babel Ignoro cuántos de los libros que se perdieron en la Biblioteca de Alejandría no fueron jamás recuperados. Se asegura que fueron miles. Claro, eran otras épocas, en las que libro y ejemplar eran prácticamente sinónimos: pocos eran los volúmenes que tenían alguna copia en otra parte. Con el correr de los tiempos y la invención de la imprenta, distintos serían los resultados de la destrucción de los libros por obra de la naturaleza o las tentativas por obra humana. Los nazis, por ejemplo, quisieron execrar unos cuantos de la historia de la literatura. Se dice que El golem de Gustav Meyrink fue uno de los perseguidos. Pero sobrevivió a ese fanatismo pi...
Los hablantes de Saki, por Victorino Muñoz
99b, Rafael Victorino Muñoz

Los hablantes de Saki, por Victorino Muñoz

El “Narrador de cuentos” es una de las mejores piezas narrativas breves, no solo de Hector Hugh Munro (conocido como Saki), sino de toda la historia del género. Además de lo agradable de la narración, constituye una suerte de ars poética, a la vez que un alegato contra la intención de moralizar a partir del cuento.En dicho texto hay una frase en la que pienso, casi en cada circunstancia en que me toca escuchar a otros. (Por suerte cada vez son menos, gracias al trabajo que realizo). El narrador protagonista, refiriéndose a unos personajes que iban con él en el vagón de tren, dice: “practicaban la conversación de un modo limitado y persistente”.A menudo recuerdo esta frase cuando estoy, por ejemplo, haciendo fila en una oficina pública, para algún trámite. Ya se sabe que en estos lugares no...
Un libro más, por Victorino Muñoz
94b, Rafael Victorino Muñoz

Un libro más, por Victorino Muñoz

 (Un breve comentario, mordaz por demás, luego de la lectura de Los demasiados libros, de Gabriel Zaid, publicado por Anagrama originalmente en 1972, pero que ha conocido sucesivas reediciones, la más reciente creo que en 2010.)A todos los libros les sobra algo, les sobran páginas: a algunos les sobran los relatos, a las novelas, capítulos; a otros, el prólogo. Creo que leo así, con vocación de antologador, de inquisidor o con una compulsiva necesidad de usar una desmalezadora, si fuera posible hacer esto con los textos.Los demasiados libros no es la excepción. Más bien debería decir que el texto en cuestión es la hiperbolización del asunto. Se trata de un volumen al que para mi gusto le sobra casi todo; es un libro abultado artificialmente con trabajosas estadísticas y con borrosas utopía...
Sin anestesia, por Victorino Muñoz
84b, Rafael Victorino Muñoz

Sin anestesia, por Victorino Muñoz

El martirio comienza desde días antes. Sabes que la fecha del asunto está fijada y no hay escapatoria. Podría postergarse, pero cuando hurgas con la lengua en el interior de tu boca te das cuenta de que es inexorable.No hay de otra. Hay que enfrentarlo, hay que sacar la bendita muela podrida y partida. Parece que fuera la ejecución de la sentencia. En efecto, ya nadie volverá a ver a la muela. Irá para donde tiene que ir.Por cierto, cuando uno llega a adulto, ¿ya no se le puede enviar el diente al ratón Pérez a cambio de un dinerito, aunque sea un poquito? Tal vez ya no sea el ratoncito sino la rata Pérez, porque uno crece y los mitos deberían hacerlo con uno también. Digo.Como decía, el padecimiento comienza desde días antes. Uno trata de hacerse el loco y olvidarlo. Pero de pronto alguie...
La mentira hecha canción, por Victorino Muñoz
81c, Rafael Victorino Muñoz

La mentira hecha canción, por Victorino Muñoz

No sé qué me sorprende más: si la cantidad de canciones de amor que existen o el hecho de que muchísimas, con contadas excepciones, hablan prácticamente de lo mismo. A lo sumo hay tres o cuatro asuntos, no sé si llamarlos motivos, que se repiten y se repiten, desde los tiempos de Petrarca a nuestra era.Algunas variaciones, algunos énfasis, palabras más, palabras menos, las canciones de amor hablan de:- Lo inconmensurable del sentimiento: este amor llega a las estrellas, no hay montaña lo suficientemente alta (citando a Diana Ross), es eterno (Jerry Rivera dixit), nothing's gonna change my love for you...- Por supuesto, el sentimiento es superlativo debido a las incontables virtudes de la persona amada, que es quien lo inspira: cuando aparece no hay estrellas (Yordano), tú brillas más que e...
Estafados.com C.A. I,  por Victorino Muñoz
78c, Rafael Victorino Muñoz

Estafados.com C.A. I, por Victorino Muñoz

Ya van varias veces que me llegan los benditos correos electrónicos y mensajes por el celular, para tratar de agarrarme desprevenido y quitarme un dinero, que de paso ni tengo. Les voy contando y vamos reflexionando cómo es la cosa.Me escribe una persona, que no sé si es hombre o mujer, pero trata de hacerme creer que es mujer:- Hola, es Carolina.Yo siempre pregunto por el apellido, porque alguien como yo, que ha dado clases en tantos lugares, debe conocer mínimo unas 300 Carolinas, del norte y del sur y de todos los puntos cardinales.- ¿Carolina qué?- Carolina, tu prima.Sí, yo tengo una prima Carolina. Seguramente ustedes que me leen también. Yo, fingiendo ingenuidad, le digo:- Hola, no tenía tu número. Ya lo anoto. ¿Cómo estás?Aquí de inmediato uno se da cuenta de que la persona va con o...
Nada personal, por Victorino Muñoz
65a, Rafael Victorino Muñoz

Nada personal, por Victorino Muñoz

Un sacerdote abusa sexualmente de un niño y no acusamos al sacerdote sino a la Iglesia. Un policía mata a un joven afroamericano y no se habla tan mal del policía como de los Estados Unidos. Un tirano condena muerte a otros en nombre del comunismo y el culpable es el comunismo. El dueño de una fábrica explota y esclaviza a personas, pero no es él, sino el capitalismo el que debe responder.Los que así razonan creen que es mejor sentenciar, no al individuo, sino a lo que le instó a actuar. Dicen que a nadie se le puede juzgar por sus ideas. Pero yo creo que tampoco se debe juzgar una idea por culpa de un hombre o de un grupo.De verdad, nada parece tan simple para escudar la maldad personal que hacerla colectiva, convertirla en idea. Cometo un homicidio y puedo decir que actué movido por mi f...
La caverna del hipopótamo, por Victorino Muñoz
62a, Rafael Victorino Muñoz

La caverna del hipopótamo, por Victorino Muñoz

Cuando vemos un hipopótamo, pensamos que es un animal gordo, pues hemos hecho abstracción de sus cualidades, ignorando otras. Esta cualidad de la gordura del hipopótamo suele ser proyectada incluso hacia las personas, diciendo, por ejemplo, de alguien, que es como un hipopótamo (por su gordura), jugando con figuras retóricas (visuales o textuales), al dibujar una figura animada con cuerpo de hipopótamo y vestido y calzado de bailarina.Pero los hipopótamos no son gordos, o no lo sabemos. Es que sólo se puede decir que una persona o animal es obeso cuando su relación peso-talla está por encima de una media predeterminada. Y no sólo desconocemos cuál es la media en los hipopótamos, sino que tampoco hemos hecho la medición de algún hipopótamo en particular para afirmar que el mismo esté por en...
El regreso del Gran Hermano, por Victorino Muñoz
52c, Rafael Victorino Muñoz

El regreso del Gran Hermano, por Victorino Muñoz

En la conocida obra 1984, de George Orwell, el mundo vive una época en la que todo está controlado por una figura y un partido únicos: el Gran Hermano e Ingsoc. Según la narración, en todas partes están “un cartel de colores: la cara de un hombre de unos cuarenta y cinco años con un gran bigote negro y facciones hermosas y endurecidas” y una eterna inscripción: “el Gran Hermano te vigila”.Para esta vigilancia permanente, el partido contaba con la policía del pensamiento y un instrumento poderoso y eficaz: la telepantalla, presente en todos los lugares: la oficina, el trabajo, la calle, el hogar, incluso en las habitaciones y espacios más íntimos. “La telepantalla recibía y transmitía simultáneamente. Cualquier sonido… era captado por el aparato. Además, mientras permaneciera dentro del rad...
Haters del mundo, uníos, por Victorino Muñoz
50a, Rafael Victorino Muñoz

Haters del mundo, uníos, por Victorino Muñoz

Cada quien es como es, y pierde el tiempo de la mejor manera que considera. Cosa que es lo razonable, aunque aquí en este país tenemos la costumbre de perder el tiempo de la peor manera y no de la forma que uno quiere, sino como lo deciden los funcionarios públicos...Pero me estoy desviando, no es de eso de lo que quería hablar, sino de otra cosa. Quería decir, retomando el asunto, que cada quien decide cómo perder el tiempo, y que no deberíamos cuestionar las inclinaciones personales. Sin embargo, no deja de parecerme extraño que haya personas que en lugar de dedicarse a sus gustos, se dedican a sus disgustos.Explico: hay personas que odian a Cristiano Ronaldo o a LeBron James, o a Metallica, y deciden fundar o afiliarse al club de antifans. Crean una página web o una cuenta de redes soci...
Ídolos rotos del deporte, por Victorino Muñoz
47a, Rafael Victorino Muñoz

Ídolos rotos del deporte, por Victorino Muñoz

Encumbrar ídolos es algo que hacemos, aunque no sabemos bien por qué. Dejo a otros la infausta tarea de indagar por tales razones. Me importa, aquí y ahora, dar fe de un hecho fundamental: con la misma rapidez con que subimos a alguien en un pedestal, lo bajamos y lo echamos al olvido.Ahora, esto no es tan difícil en el mundo del deporte. Y claro, es que ellos mismos a veces no ayudan. Algunos por escasa formación académica, o porque se les sube a la cabeza la marea del éxito, la mayoría cae en actitudes y comportamientos que les criticarán mañana los que los alaban hoy.Tal vez esperamos de los ídolos en el deporte un comportamiento correcto y muy moral, respetuoso de las normas ciudadanas y todo eso, tomando en cuenta que han vencido en el mundo del deporte respetando las reglas de los mi...
Radiografía de una hazaña, por Victorino Muñoz
45a, Rafael Victorino Muñoz

Radiografía de una hazaña, por Victorino Muñoz

Alguna vez traté de practicar béisbol. Mi problema no fue atrapar, ni correr las bases, ni lanzar. Nada de eso. Simplemente era que no bateaba. A pesar de que era una categoría infantil, en la que los lanzadores no se caracterizan por su excesiva velocidad. No daba bate con bola, como dice el refrán (adaptado al béisbol).¿Cómo será ese asunto en las Grandes Ligas, donde los serpentineros alcanzan velocidades supersónicas? Imagínese el lector: se acerca un carro a más de 150 kilómetros por hora, pero usted sólo se da cuenta de eso cuando ya está a 19 metros (la distancia del montículo al home). No le daría tiempo de reaccionar. Qué bueno que en nuestro caso es sólo imaginación.Pero esta es la realidad del día a día de un pelotero en las Grandes Ligas: ver venir esa pelota, a tal velocidad, ...