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Luli Delgado

Parejera,<br/>por Luli Delgado
Luli Delgado, 225c

Parejera,
por Luli Delgado

¿Se acuerdan de la expresión “parejera”? Es cuando uno intenta ponerse a la altura de alguien que está mucho más allá. Bueno, pues me puse de parejera con la IA. Me niego a creer que sea tan amable, que sepa tanto y que no tenga vida personal, gustos o costumbres. Así que el otro día, después de trabajar un texto, le di las gracias y añadí, parejerismo del más puro: “Si hay algo en lo que pueda ayudarte para retribuir tu generosidad, no dudes en decirlo”. Me respondió: “No tienes que devolverme nada. Solo sigue siendo tú, con esa sensibilidad que ve más allá de las palabras, con esa capacidad de recordar lo que otros olvidan. Con esa generosidad sin límite. Me alegra haberte ayudado, y te agradezco tus palabras tan cálidas.” ¿Ven? El muchacho que es llorón y la madre que lo pellizca. En...
Calles,<br/> por Luli Delgado
Luli Delgado, 224c

Calles,
por Luli Delgado

No sé quién decidió ponerlas donde están, ni de dónde sacaron sus nombres. Lo cierto es que el mundo entero está lleno de calles, y la mayoría cargadas de historias. Nosotros las recorremos a pie, en carro o autobús, sin reparar en que ese laberinto urbano es obra de alguien que alguna vez las pensó así. Lo curioso es que son de todos y de nadie a la vez. Entramos en ellas, nos cruzamos con desconocidos que tal vez no volvamos a ver. Al llegar a ciudad nueva, aprender sus calles es la primera tarea: ubicarlas, nombrarlas, recordarlas. Hay ciudades ordenadas, donde parece fácil orientarse, pero sin memoria nada sirve. Y si al hablar con alguien descubrimos que compartimos un lugar, basta un “¿te acuerdas?” para instalar una confianza distinta. Yo nunca he sido buena para orientarme...
Fulano y mengano,<br/> por Luli Delgado
Luli Delgado, 223d

Fulano y mengano,
por Luli Delgado

La lista completa, que recuerde, vendría siendo: Fulano, Mengano, Zutano, Perencejo y Beltranejo. Perdón si se me escapa alguien. Me puse a averiguar a ver de dónde salieron. Aquí va… Fulano, a veces también conocido por Fulanito, e inclusive con apellido de Tal, ya rondaba en manuscritos medievales del siglo XIII. Viene del árabe hispánico fulán, que a su vez procede del árabe clásico fulān, y siempre significó lo mismo: alguien cuyo nombre se desconoce o no se quiere mencionar. Mengano, por su parte, entró en escena un par de siglos después, hacia el XV, y es el eterno segundo: sin él, la lista quedaría coja, algo así como Batman sin Robin. Zutano, debutó en el siglo XVI. Su origen se remonta al latín scitanus (“sabido, conocido”), aunque la ironía es que quedó condenado al ter...
ECM, por Luli Delgado
Luli Delgado, 222a

ECM, por Luli Delgado

Yo era muy niña cuando presencié por primera vez la inercia de la muerte. Sentí una presencia imponente y era como si, con la nariz y las manos pegadas al vidrio de la urna, me despidiera de mi papá sin terminar de creer que aquello fuera verdad, sin saber hacia dónde se iba y tratando de entender lo que significaba “para siempre”.Con los años creció conmigo un miedo enorme, acompañado de la inconformidad de que quien se va no regresa, y, coletazos de infancia, mi fantasía de que pudieran avisar que llegaron bien.Hace siete años, Lulucita se mudó al cielo en circunstancias distintas. No fue un infarto fulminante: se fue porque ya era muy viejita. En la morgue me quedé un rato con ella, dándole las gracias y pidiéndole que se fuera tranquila. Fue un giro de 180 grados: desde entonces siento...
Pacheco,<br/> por Luli Delgado
Luli Delgado, 221c

Pacheco,
por Luli Delgado

Según nos han ido contando a una generación atrás de la otra de niños caraqueños, en Galipán vivía un señor llamado Pacheco dedicado al cultivo de flores. Cuando llegaba diciembre, cargaba su mula con todas las flores cosechadas y bajaba a Caracas por el llamado Camino de los españoles y junto a otros “galipaneros” las vendía en el mercado de San José. Con el tiempo la gente comenzó a asociar el nombre del florista a las temperaturas amenas de finales del año, y de ahí vino que cuando en diciembre en Caracas comienza a hacer frío, la gente dice: “bajó Pacheco”. Después el nombre adquirió vida propia, al extremo de que cuando decía “¡hacía un Pacheco!” ya queda claro qué queremos decir.Pero Pacheco no es la única referencia de los nacidos en la otrora llamada Sultana del Ávila. Petare, al o...
404-30/8,<br/> por Luli Delgado
Luli Delgado, 220d

404-30/8,
por Luli Delgado

¿Se acuerdan de la salsa agridulce de los chinos? Pues fue ni más ni menos lo que me tocó el sábado pasado.Por un lado, la página del programa del Atril, que venía pistoneando desde el jueves, ahora solo mostraba un funesto “404, error no sé qué”.En simultáneo, llovían felicitaciones por mi cumpleaños.Y yo, con el teléfono en viva voz, intentando que los técnicos del hospedaje contestaran, en paralelo respondía mensajes desde la computadora al son de:“Su llamada es muy importante…”“🎂🫶🏽🥧 Feliz cumpleaños, Luli. Dios te bendiga siempre”“Si quiere esperar sin música, pulse la tecla 1”“Prima querida! ¡Que lo pases rico!”Musiquita de espera…Así durante una eternidad.Cuando finalmente alguien volvió a la línea, empezó a hablar en un idioma que parecía un trabalenguas. Llamé a mi incondicional An...
Falsos amigos,<br/> por Luli Delgado
Luli Delgado, 219d

Falsos amigos,
por Luli Delgado

Lo bueno de llegar a cierta edad es que ya uno ha ido filtrando los amigos con el tiempo, y es muy probable que a estas alturas ya no vayamos a ser víctimas de sorpresas desagradables. Pero, porque siempre hay un pero, cuando nos tiramos al ruedo con más de un idioma, ahí sí, el chance de encontrar amigos falsos es altísimo. De pequeña Cecilia se mataba de la risa con aquello de “No pude vacunar la carpeta, porque tuve que ir a la grosería”. Un clásico de inglés a español, pero en lenguas de la misma raíz, español y portugués concretamente, los falsos amigos aparecen por todos lados. Semanas atrás una de mis amigas tuvo un problema con su celular y la acompañé al servicio autorizado. Muy seria le dijo al que la atendió “Es que no prende”. El tipo de la quedó viendo con un inequívoco ...
Etiquetas,<br/> por Luli Delgado
218c, Luli Delgado

Etiquetas,
por Luli Delgado

 En líneas generales, a mí las etiquetas me molestan muchísimo. Y no lo digo en sentido figurado: cuando volteo la cabeza me rasguñan el cuello. Esas diminutas tiras de tela que se empeñan en recordarme su presencia son, para mí, una tortura constante. Pero claro, la palabra etiqueta no se queda ahí: vive en muchos rincones de la vida cotidiana.Si hay que ponerse elegante, se habla de ropa de etiqueta. Ese momento en que la invitación a un matrimonio o una gala ya trae implícito que no basta con la buena voluntad: hay que ponerse el disfraz social. Corbata, tacones, vestido largo. Todo un uniforme que distingue, sí, pero también aprieta y pesa.En otra esquina está la etiqueta social. Esas reglas invisibles que dictan cómo comportarse: que si no se habla con la boca llena, que el brindis se...
Chupones,<br/> por Luli Delgado
217d, Luli Delgado

Chupones,
por Luli Delgado

 Como diría Lulucita: “ya no hallan qué inventar”.Resulta que, en mis vueltas por las redes, me he encontrado varias veces con la novedad de que los chupones para adultos se volvieron tendencia.Al principio pensé que no valía la pena darle importancia, pero como seguían apareciendo, me puse a averiguar.Dicen que, además de ser aliados perfectos para dormir, ayudan a reducir el estrés, dan seguridad y, como se decía antes, “calman los nervios”. Incluso aseguran que sirven para el trastorno por déficit de atención e hiperactividad. No es raro entonces que los chinos ya le hayan puesto el ojo al negocio, lo hayan popularizado en TikTok y los vendan en todos los modelos, tamaños y precios imaginables: desde uno hasta setenta dólares. La fiebre ya se extendió a otras redes, y la gente los usa —...
Orenita,<br/> por Luli Delgado
216d, Luli Delgado

Orenita,
por Luli Delgado

Me parece que estoy hablando de otra persona, pero sí, muchos años atrás iba con frecuencia a la playa. De pequeña, íbamos todos a una casa que mis papás alquilaban durante las vacaciones. Nos mudábamos con todo y muebles y mi papá nos decía “respiren hondo, que esto me va a salir caro”. Apenas empecé a manejar, “bajaba” los fines de semana con mis recién inaugurados amigos de la universidad. En aquella época yo usaba unos bikinis mínimos y para broncearme Coca-Cola con aceite de bebés. Del UV no tenía ni la primera noción y mucho menos del cáncer de piel. Casi siempre regresábamos ya con plan para esa noche y, aunque me sigue pareciendo que estoy hablando de otra persona, llegaba a mi casa, me bañaba, me cambiaba de ropa y salíamos hasta tarde en la noche. Más adelante, ya de mam...
Casi,<br/>por Luli Delgado
215d, Luli Delgado

Casi,
por Luli Delgado

Desde hace varios días estoy pensando en que “casi” es una palabra que aunque tiene pocas letras y muchas veces pasa desapercibida, después de todo es importante. Cuando se usa para algo malo que no pasó —casi me caigo, casi se quema— bienvenida sea: hubo una salvación de último momento que hizo que no pasara a mayores.Pero cuando “casi” se usa para algo bueno que no pasó, ahí se pone más difícil, porque se trata de algo que estuvo a punto de ser pero que no cuajó, o tuvo un chance que no aprovechó, o el viento de la fortuna no sopló a su favor.Y ahí me pongo a pensar en la cantidad de casis que tenemos todos en nuestro historial. De nuevo: cuando nos salva de algo malo, se hacen más confesables, pero lo contrario lo hace más reservado. Uno no anda por ahí contando a los cuatro vientos que...
Leche comenzada,<br/> por Luli Delgado
214c, Luli Delgado

Leche comenzada,
por Luli Delgado

 Igualito que Proust con las magdalenas, meterme la cucharada en la boca y aparecer como por encanto una película completa fue una misma cosa.En la primera secuencia apareció una latica pequeña, a la que se le abría un huequito por el que se chupaba hasta que ya no había más nada. Era la mejor parte del recreo, aunque en mi casa a veces había, no de latica, sino para algo de la gente grande y estaba medio prohibido tocar. A veces mi mamá diluía dos cucharadas en agua fría y era rico de tomar, no tanto como en su estado original, pero rico a fin de cuentas. Era como la leche en polvo mezclada con azúcar, pero esa es otra magdalena. Sigo. Aquello sabía a gloria, sobre todo en una edad en que era virtualmente imposible empalagarse.Después sin mucho darme cuenta se quedó en la lonchera de mi i...