Muñecas,
por Lucy Gómez
Recuerdo mis muñecas. No se parecían físicamente a mí para nada. Había una de piel blanca, tipo porcelana, con grandes ojos azules que parecía londinense. Tenía un vestido de tul azul. Mary, se llamaba. La terminé regalando a una amiga portuguesa que vivía al lado de mi casa, en el abasto del barrio. Era la esposa del dueño y tenía niñitas.
Otra, Brikette, lucía una melena pelirroja y ojos verdes. Me supongo que era irlandesa.
Entonces no habían salido al mercado muñequitas negras o morenas masivamente como ahora, dominado entonces por una visión muy blanca del asunto. Así que yo me cosí una morenita como yo, con unas medias de nylon viejas de mi mamá. Le puse ojos de botones y pinté su boca con un lápiz de labios, también de la susodicha. Me quedó preciosa.
También hubo un bebé, ...