Sin penitencia – Lucy Gómez
El tiempo pasaba sin cambios. Sólo tenía trabajo duro y el cuidado de sus hijos en casa de los suegros, atrapada en una relación de cinco años. Después de un año y algo de pasión, tres embarazos casi consecutivos y varias traiciones, aquella unión se había convertido en una mezcla de fastidio institucionalizado y mucha tristeza.
Se enamoró de un tipo buenmozo, simpático, dicharachero y juerguista. Muchas le tenían envidia, pero ese era su rostro público. A distancias cortas era un hombre inseguro que no admitía críticas, hacía chistes hirientes sobre el aspecto de su mujer, esquivaba responsabilidades y disminuía el valor de todo lo que ella hacía. Paraba en casa apenas, entre desapariciones de una, dos o tres semanas. Se enteraba por rumores familiares de que tenía un nuevo trabajo, ...