Alí Bey,
por Jimeno Hernández Droulers
Domingo Badía fue un intrépido de su época. Redactó andanzas en un diario, como suele hacer alguien de su oficio, pero no al llevar doble vida. Antes de cumplir diez, el nacido en Barcelona, se mudó con su padre a Cuevas de Almanzora, Almería, cuando éste resultó nombrado contador de guerra y tesorero del partido judicial de Vera. Ahí, desde su niñez, empezó a interesarse por el mundo islámico.
En Córdoba era administrador de rentas de tabaco, cuando, en 1793, fue convocado a la corte y una década después, gracias a Manuel Godoy, ministro todopoderoso de Su Majestad, Carlos IV, luego de cultivar tupida y larga barba, tostarse al sol andaluz oscureciendo su piel, dominar la lengua árabe y recitar de memoria versículos del Corán, emprendió viaje con misión secreta por territorio musulmán....