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Getulio Bastardo

Amores frustrados, por Getulio Bastardo
83c, Getulio Bastardo

Amores frustrados, por Getulio Bastardo

Era para la época lo más cercano a una novia que uno hubiese podido tener. No terminábamos de cuajar como novios, pero tuvimos más allá de una simple amistad. Todas las tardes me arreglaba con mis pantalones de lino, mis camisas almidonadas y planchadas, con mi formalidad, para visitarlos. Quizás fuimos esa clase de amores sin celos, reclamos, compromisos, peleas ni reproches, que al estar juntos nos disfrutábamos ¿hay algo más perfecto que eso? Era la tercera de cuatro hembras y un varón, el mayor era mi amigo. Me esperaban vestidos para conversar, jugar Monopolio, ir al cine, pasear solos o con sus padres. Éramos parientes lejanos. Con ella di mis primeros pasos en el baile, si es que eso se puede llamar bailar, a mover los pies hacia delante o hacia atrás, sin orden ni conciert...
Cura implosiva, por Getulio Bastardo
110c, Getulio Bastardo

Cura implosiva, por Getulio Bastardo

A medida que las sombras de la noche se apoderaban de la estancia, aumentaba la ansiedad del muchacho, de aproximadamente nueve años.Era una hacienda de caña de azúcar y cocoteros donde se fabricaba papelón. No había luz eléctrica ni ninguna diversión aparte de los cachos de los obreros en las noches.Estaba allí de vacaciones y le gustaba participar junto con los peones de las actividades de la molienda de caña, ayudaba a introducir los toletes de caña al trapiche y otras faenas menores.Los trabajadores lo consentían y protegían; valiéndose de eso fue que, presintiendo su soledad, se fue acercando a cada uno de ellos, para preguntarles si se quedarían esa noche en la casa o se irían a las suyas.Era sábado, habían cobrado su jornal, unos se irían a sus casas y los demás lle...
El galán, por Getulio Bastardo
86c, Getulio Bastardo

El galán, por Getulio Bastardo

Llegó una noche a casa de su amigo muy asustado, temeroso.- Me están persiguiendo, me quieren matar. Escóndeme.El amigo vivía en una casa con un garaje donde se podían guardar los carros alineados uno detrás de otro. Acomodaron o escondieron su camioneta primero y luego la del amigo. Así la hacía menos visible.Toda esta maniobra la hicieron apresurados y en silencio, él muy nervioso, temblaba, le sudaban las manos, sus axilas parecían pozos invertidos, miraba constantemente afuera y a la calle.Al fin entraron a la casa, donde la esposa del amigo, extrañada, los esperaba ya con la cafetera hirviendo.Se sentaron en la cocina expectantes y comenzó su relato.Vivía en un apartamento a cuyo edificio se mudó una pareja sin hijos. El esposo viajaba constantemente y la mujer se quedaba sola varios ...
Lectura de aeropuerto, por Getulio Bastardo
98c, Getulio Bastardo

Lectura de aeropuerto, por Getulio Bastardo

No levanté la mirada para verla partir. Mi café se mezcló́ con mis lágrimas, el otro permaneció intacto como mi amor por ella. Partió la única mujer que he querido, llevando con ella el único amor que tuve y he tenido. ¿De qué me quejo? Si yo acepté esa situación de ausencias largas y encuentros cortos.Ahora en mi soledad, como siempre, medito sobre lo pasado y me pregunto ¿por qué́? Nunca supe su dirección, su teléfono o el de su familia. ¿Por qué́ no nos veíamos en otras circunstancias que no fueran los eventos científicos? ¿Por qué́ no fue de la manera tradicional y corriente de amantes que se hacen pareja definitiva y “fueron felices para siempre”?Era un ermitaño en una selva de concreto que me gustaba estar solo y disfrutar de mi soledad y mis libros, hasta que la conocí́. Y...
Un encuentro postergado, por Getulio Bastardo
97c, Getulio Bastardo

Un encuentro postergado, por Getulio Bastardo

- "Vámonos de aquí. Ese no es el doctor, debe ser un enfermero", comentó una adolescente de trece años, que esperaba ser atendida por el médico del consultorio de medicina rural de un pueblo andino.Fue un momento en que la sala de consulta se abrió y vio a un hombre de tez morena, pelo negro ensortijado y bigote poblado a lo Oscar de León, enfundado en una bata blanca, que contrastaba con la imagen del médico español de piel blanca y cabellos canosos ya conocido que había sido relevado el diciembre pasado y ella no lo sabía.Diez años más tarde este mismo médico, un día al entrar a su sitio de trabajo, sintió su andar ralentizado por la presencia en la recepción del rostro más hermoso que sus ojos hubieran visto.Desde allí todos los días al llegar, se acercaba a saludar a las chicas del dep...
Una mujer en la calle, por Getulio Bastardo
87c, Getulio Bastardo

Una mujer en la calle, por Getulio Bastardo

Al final de la tarde, el sol resplandecía anaranjado ocultándose en las montañas, un disfrute a la vuelta del trabajo. Como venía absorto, no se dio cuenta de que algo o alguien había caído delante del carro hasta que escuchó el golpe. Con miedo, la vio levantarse. Le preguntó si se había golpeado.Ella se incorporó y respondió que no.Mientras se formaba un corneteo, ofreció llevarla, dijo que iba para El Bosque.En el carro seguía comentando: “Se me quebró un tacón justo cuando pasabas y por eso le di a tu carro tratando de apoyarme, pero me caí”.Era joven, alta, de caderas redondas y pechos grandes, piernas bien formadas que apenas cubrían una escasa minifalda. Los senos sobresalían a punto de desgarrar el sutil género de la blusa. Tenía facciones finas con un dejo árabe.Dijo que estaba de...
Amantes de un solo beso, por Getulio Bastardo
84c, Getulio Bastardo

Amantes de un solo beso, por Getulio Bastardo

Trabajaban juntos, eran profesores universitarios, casados con personas mayores que ellos. Ella, con un magistrado influyente y él con una maestra de primaria.Ella, de estatura promedio, rasgos delicados, piel morena, con un cuerpo cultivado en muchas horas de gimnasio.El alto, de contextura fuerte, buen hablar y mejor escribir, fotógrafo y músico aficionado. Hicieron buenas migas desde el principio.Ella pasaba horas en el cubículo de él o él en el de ella. Para estar más tiempo solos, corregían exámenes juntos y aprovechaban para disfrutar y reír de los disparates que algunos alumnos escribían como respuestas en las pruebas.Se fueron conociendo y contando cosas, adentrándose cada vez más en las intimidades del otro. Llegaron a creerse novios cuando una única vez se besaron en el cubículo ...
Afectiva y efectiva, por Getulio Bastardo
111c, Getulio Bastardo

Afectiva y efectiva, por Getulio Bastardo

Conduciendo al trabajo escuché por radio a una señorita, no sé si Psicóloga o personal coach, como creo que también se le llama, quien, palabra más, palabras menos, recomendaba a los padres que se abrieran a sus hijos adolescentes, que fueran asequibles a ellos, que fueran sus amigos, les contasen sus problemas. Esto no está mal, sino tardío.La confianza no se gana de un día para otro, mucho menos la amistad, además de que yo no estoy muy seguro de que los padres deban ser “amigos” de los hijos, pero ese es otro tema.Nadie puede ser amigo y abrirse ante un desconocido; he visto jóvenes que no saben en qué trabajan sus padres.Si dentro de la familia no hay el hábito de conversar, de contarse cosas, muchas de ellas sin importancia, hacer chistes de ellos y por supuesto, reírse de ...
Toques en la ventana, por Getulio Bastardo
109b, Getulio Bastardo

Toques en la ventana, por Getulio Bastardo

Ya era muy pasada la media noche, no había reloj para mirar la hora; se escuchaban tenues toques en la ventana de madera. Los toques eran tímidos y suaves como no queriendo despertar a nadie. Solo yo los escuchaba. A mi habitación pertenecía esa ventana que daba a la calle, después de la ventana sigue la puerta que da a un zaguán y se cae al recibo y más allá las habitaciones donde dormían todos; lejos, quizás por eso nadie más los escuchaba .Los primeros toques fueron muy tenues y no podía distinguir si eran reales o yo estaba soñando, esperé no sé cuánto tiempo para escucharlos otra vez; en ese duermevela uno no sabe si está dormido o despierto, si sueña o es verdad lo que está pasando.Ya me estaba reconciliando nuevamente con el sueño cuando los escuché, con la mism...
Hijo único varón, por Getulio Bastardo
102c, Getulio Bastardo

Hijo único varón, por Getulio Bastardo

Les he comentado en las dos entregas anteriores acerca de la sobre protección y de la sobre exigencia como perjudiciales para el desarrollo armónico de los niños. Ahora les comento la circunstancia de ser un único hijo varón de madre soltera, donde se dan los dos presupuestos anteriores.Las madres solteras crían a su único hijo generalmente en compañía de las abuelas, lo que implica una dosis adicional de protección con las consecuencias que ya hemos comentado. Estos muchachos además de la sobre protección que los convierte en adultos inseguros y con merma en sus capacidades biológicas y psicológicas, cargan además con las exigencias manipulativas de la madre, quien pretende que el hijo funcione o se comporte como el marido que se fue o que nunca estuvo.Estas madres llaman constantemente l...
El mata chino, por Getulio Bastardo
95b, Getulio Bastardo

El mata chino, por Getulio Bastardo

La lectura de El Matachín de Cantaura (*), me hizo recordar un nombre parecido, pero más trágico.Al lado de la medicatura donde hice medicina rural, vivía un señor procedente de Trinidad, Pierre se llamaba. Le decían brujo y él afirmaba que tenía comunicación con los espíritus.De 65 años, piel morena, de estatura baja y andar despacio y sigiloso, una calvicie bien pronunciada rodeada de canas enroscadas. Hablaba español, por supuesto con acento inglés; un día me invitó a su santuario en la casa donde vivía; me hizo entrar sin zapatos en una habitación alfombrada, con poca luz y cargada de imágenes, entre ellas muchas flores donde destacaba un ramo de rosas rojas sobre fondo negro, una foto grande del sistema solar y del horóscopo y otras cosas.Me mostró una pequeña pirámide de cristal, la ...
Piropos, por Getulio Bastardo
93c, Getulio Bastardo

Piropos, por Getulio Bastardo

Me dice un amigo que, si las normas actuales contra el acoso se hubieran promulgado antes, él aún estaría en la cárcel, no porque sea un acosador, me aclara, sino un piropeador.Le escuché a ese amigo varios piropos de su creación. Es un genio.Dice que no podía ver a una mujer atractiva o no porque le nacía ese impulso de decirle algo, de alabarla, de hacerle ver a la mujer que no en vano era mujer. La mayoría de las veces era premiado con una sonrisa, y entonces se decía, complacido, “misión cumplida”.Sus primeras víctimas eran sus compañeras de trabajo. Había una que era particular objeto de sus halagos y al verla siempre le decía algo. Lo más frecuente era: “ ¡se me compuso el día!”.Ahora dice que anda por la calle temeroso y cuando ve a una mujer tiene que voltear la cara o agachar la c...