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Álvaro Ríos

Bestiario, por Álvaro Ríos
52c, Álvaro Ríos

Bestiario, por Álvaro Ríos

Mi nombre es José y soy escritor.Bueno, solía serlo, pero eso quedó atrás, ahora disfruto del paraíso, sobre todo de los conversatorios literarios que de vez en cuando se hacen por aquí…Hace poco, unos amigos me pidieron que les contara la anécdota sobre aquel asunto del Bestiario, uno de los mejores libros que se escribieron en México en el siglo XX y que por poco se queda en el tintero.Nunca pensé en conocer a Juan, su autor, al menos personalmente. Para entonces la literatura ocurría en otro lado, en un sitio inalcanzable y al que sólo se podía ingresar gracias a unas revistas que editaban algunas universidades.Un día, Carlitos, el Monsi, gran amigo, leyó unos cuentos míos ante un pequeño auditorio. Al finalizar dijo:—Deberías mostrárselos a Juan.—No me atrevo —le dije—, ¿tú crees?—¡Ton...
Una consulta celestial, por Álvaro Ríos
51a, Álvaro Ríos

Una consulta celestial, por Álvaro Ríos

Cuando dejamos de existir nos convertimos en espíritu. A partir de ese momento pasamos a cohabitar en el plano celestial, claro, siempre y cuando Pedrito, el que vigila la entrada, nos deje pasar.De modo que allí, donde quiera que se encuentre ese lugar, pudiéramos hallar, en teoría, desde un Thales de Mileto hasta un Fred Astaire. Imaginen por un momento algunos encuentros: William Wallace, con un escocés en la mano, contándole su desdicha a Margaret Thatcher; o a Sartre formulando todo tipo de preguntas a Platón; o a Cortázar dándole a probar un mate a Poe mientras conversan animadamente.Hace poco, mientras leía una biografía de uno de los hombres más inteligentes de la historia, se me ocurrió que en ese lugar que antes mencioné el tipo debe seguir en lo mismo: haciendo de ingeniero, esc...
El regreso del hombre invisible, por Álvaro Ríos
48a, Álvaro Ríos

El regreso del hombre invisible, por Álvaro Ríos

Mucha gente dice que me parezco a Kevin Bacon. La verdad no sé por qué afirman semejante atrocidad. Además, ¿cómo pueden decir eso si nunca me han visto?Desde que ocurrió lo de la transformación no me quedó otro camino que desaparecer. Mis amigos de la universidad me aseguraron que el experimento era reversible. ¡Reversible un rábano!Para ser honestos, debo decir que me gusta vivir de este modo; sin embargo, añoro el pasado, sobre todo mis encuentros con Elisabetta, mi novia de toda la vida: tengo un deseo enorme de estar con ella. Hace poco se me ha ocurrido la idea de enviarle una carta. Ustedes se preguntarán por qué no uso el email, o mejor, sus redes sociales. Recuerden mi situación: no existo, al menos desde el punto de vista sensorial. Tampoco puedo ir a un cyber y alquilar un compu...
El galán desmemoriado, por Álvaro Ríos
40a, Álvaro Ríos

El galán desmemoriado, por Álvaro Ríos

Hace unos meses mi gran amigo José Pulido envió un mensaje a mi correo personal. Entre otras cosas me invitaba a colaborar con la página Atril Press mediante el envío de textos breves. Además, hacía referencia a que mi estilo irónico con toques de humor podría ser de interés para muchos lectores en la red. Le agradecí el gesto y de inmediato le escribí a Luli —la dama que se encarga de administrar la página—, quien me dio a conocer las normas de publicación y finalmente expresó que con gusto recibiría mis trabajos. Ese mismo día, al final de la tarde, intentaba redactar un cuento para dicha página, cuando de pronto sonó el móvil: —Aló. —Disculpe, —dijo una voz de mujer—, ¿hace poco le han extraído el apéndice? —Sí. Pero, ¿quién es, de dónde llama? —Mi nombre es Fabiola y tra...
Teoría de gatos – Álvaro Ríos
36a, Álvaro Ríos

Teoría de gatos – Álvaro Ríos

Hace mucho tiempo, mientras leía un libro de ensayos de Andrés Mariño Palacio, sentí curiosidad por saber si el autor tenía algún tipo de afecto por los gatos. Aquel libro representó una rara e interesante reliquia, un portento que insinuaba, desde mi punto de vista, cierto escepticismo: era difícil creer que hubiera sido escrito por un joven de veinte años. Cosas de genios, tal vez fue el Rimbaud venezolano y nadie lo advirtió, pero eso es otra historia que alguien versado en el tema nos contará más adelante… En cuanto a la obra, tenía una característica especial: los textos detonaban con lucidez, sobre todo cuando se refería a ciertos aspectos de las obras de Urbaneja Achelpohl, Uslar Pietri, Pocaterra, Hesse, Gide, entre otros. En medio de tanta sensibilidad intelectual hubo un...
Feliz año nuevo – Álvaro Ríos
29a, Álvaro Ríos

Feliz año nuevo – Álvaro Ríos

Siempre me dije a mí mismo que mi caso era diferente al de mi padre. Al viejo nunca le ha ido bien con las mujeres, incluso a mi madre jamás la conocí, y él nunca ha querido hablar del tema.Hace años tuve una madrastra, pero era de armas tomar, y como podrán deducir, tampoco duró mucho. Y no es que papá sea rarito, si a ver vamos es tan macho como el que más. Más bien creo que se trata de un problema de mala suerte.En mi caso será diferente. Y tiene que serlo, pues Fabiana ha regresado al pueblo para el año nuevo. Es la tercera vez que viene y creo que algo tengo que ver en ello.La primera vez que la vi quedé sorprendido, pero el asunto no fue más allá de simples miradas. Al año siguiente las cosas cambiaron, llegué a conocerla e incluso hablamos en muchas ocasiones.Este año ha sido la cor...
Un novelista con suerte – Álvaro Ríos
22c, Álvaro Ríos

Un novelista con suerte – Álvaro Ríos

El pasillo parecía un túnel infinito. A través de los cristales la ciudad resistía el calor de la mañana. De este lado, el frío y la rabia usurpaban mis pensamientos: una vez más el gerente de Literatura Mondafiori me jugaba una broma. El mes pasado, mientras bebíamos unos tragos, había jurado que la publicación de la novela era un hecho, pero una cosa es conversar en un bar y otra muy distinta es hacerlo en una corporación. La lección la aprendí justo al salir y cerrar la puerta de la oficina. La aventé con saña, incluso llegué a pensar que pudo desprenderse del marco. La escena, adornada de aquel estruendo, pareció no perturbar al hombre, de hecho, ni siquiera se inmutó. Luego de un rato, abandoné el pasillo y entonces arribé a una sala ataviada de varios sillones elegantemente...
Un monólogo con mi drugo, por Álvaro Ríos
107a, Álvaro Ríos

Un monólogo con mi drugo, por Álvaro Ríos

Mi amigo el Tarro habla más que un loro agarrado por el rabo. Cuando se arranca no hay quién lo detenga. Hace poco me enteré que en una visita al odontólogo le ocurrió un accidente. Resulta que al profesional de los molares se le fue la mano con la anestesia, de modo que más tarde, cuando salió de la consulta, en una de esas habladeras se mordió la lengua: cinco puntos de sutura. Ahora permanece en casa, de reposo y sin poder hablar. Pensé entonces que era el momento de darle un poco de su propio chocolate. Esa tarde me aparecí en su casa y me arranqué: —Oye mi drugo, ¿sabes algo?, La Naranja Mecánica, aquella película que tanto disfrutamos a comienzos de los setenta, hace poco cumplió cincuenta años, ¿qué te parece?, una maravilla, cómo olvidar al Alex De Large (Malcolm McDowell) ju...
Un editor estresado, por Álvaro Ríos
66a, Álvaro Ríos

Un editor estresado, por Álvaro Ríos

Julio —el editor—, y yo, estábamos sentados frente a frente. Él revisaba papeles al mismo tiempo que atendía llamadas telefónicas. Yo lo miraba de vez en cuando. Me distraía moviendo el manuscrito de mi novela de una mano a otra. Luego de una hora creí que dialogar era un caso perdido, como si mirar la ciudad a través de la breve abertura de las persianas fuera la única forma de existir. En eso se iba la mañana cuando de pronto el Cesita, quien se percibía locuaz y de muy buen humor, irrumpió en la oficina. —Épale mi llave —dijo mirando al editor—, aquí traigo mi nueva novela, así que puedes elaborar el cheque del adelanto que me prometiste. —¿Novela? ¿Cuál novela? —Pues, la más reciente, de la que hablamos la vez pasada… El editor arrugó la frente: —¿La vez pasada? —¡...
Lo que Federico no dijo sobre Mercurio, por Álvaro Ríos
49a, Álvaro Ríos

Lo que Federico no dijo sobre Mercurio, por Álvaro Ríos

Me considero una persona serena. Pocas situaciones en la vida me han hecho agarrar calenteras. Hace poco, mientras me disponía a iniciar una jornada más de trabajo, recibí la visita del amigo Rossitto. Dijo que debía reunirse con mi jefe, pero, como sucede a veces, el amo es el último en llegar. Le dije que podía esperar en mi oficina, que por favor tomara asiento. Me llamó la atención que además del maletín vapuleado por el tiempo llevaba consigo un libro: “La carpa y otros cuentos” del escritor venezolano Federico Vegas. —¿Es bueno? —pregunté. —¿Qué cosa? —El libro, ¿qué tal? —Bastante regular… —Mira —le dije—, el jefe acaba de llegar. Ve y abórdalo de una…, pero déjame el libro para echarle un vistazo. Puso el libro sobre mi escritorio y se largó a la geren...
Sin un rastro de sangre, por Álvaro Ríos
45a, Álvaro Ríos

Sin un rastro de sangre, por Álvaro Ríos

Cada sábado, sin falta, la señora Gisela entra muy temprano a la panadería y hace su pedido. Una vez servida, pasa por nuestra mesa y saluda al profesor Chaviel quien, desde hace muchos años, se reúne conmigo para conversar sobre literatura.Hoy, sin embargo, ha permanecido un poco más, pues desea exponer un problema a su amigo.—Profesor, necesito hacerle una consulta. ¿Dispone de algo de tiempo para una camarada? —preguntó.—Claro. Usted dirá.—Pues, mire, quisiera pedirle un favor. Se trata de mi hija. La pobre lleva encerrada un par de meses. Desde que aquel hombre la devolvió no ha querido salir de su cuarto. Dice que lo único que quiere hacer es leer y escribir…—A ver, a ver, ha dicho usted, desde que la devolvieron, ¿eso dijo?—Eso dije, ¡sí señor!—¿Me toma usted el pelo?, mire que ya no...
El premio Cervantes, por Álvaro Ríos
77c, Álvaro Ríos

El premio Cervantes, por Álvaro Ríos

La pura verdad es que estábamos muy contentos. Emocionadísimos, diría. Sobre todo, los que vivimos aquí, en esta tierra donde nació el poeta que ha ganado recientemente el premio Cervantes. Es conveniente resaltar que, siendo un pueblo con un amplio nivel de cultura, la mayoría sabemos de qué va el asunto. Sabemos también que el poeta había estado por Caracas, quizá con algunos problemas de salud, aunque también conocemos de su fuerza y coraje para dejar atrás las dolencias y así celebrar con tanta gente que lo aprecia, especialmente los que integran las universidades. Pues bien, alguien de aquí, específicamente un funcionario del museo, le hizo llegar al poeta una invitación para que se acercara a su terruño y desfilase por el museo para darle los detalles de un homenaje qu...