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Calles,<br/> por Luli Delgado
Luli Delgado, 224c

Calles,
por Luli Delgado

No sé quién decidió ponerlas donde están, ni de dónde sacaron sus nombres. Lo cierto es que el mundo entero está lleno de calles, y la mayoría cargadas de historias. Nosotros las recorremos a pie, en carro o autobús, sin reparar en que ese laberinto urbano es obra de alguien que alguna vez las pensó así. Lo curioso es que son de todos y de nadie a la vez. Entramos en ellas, nos cruzamos con desconocidos que tal vez no volvamos a ver. Al llegar a ciudad nueva, aprender sus calles es la primera tarea: ubicarlas, nombrarlas, recordarlas. Hay ciudades ordenadas, donde parece fácil orientarse, pero sin memoria nada sirve. Y si al hablar con alguien descubrimos que compartimos un lugar, basta un “¿te acuerdas?” para instalar una confianza distinta. Yo nunca he sido buena para orientarme...
O livro errado,<br/> por Alfredo Behrens
Alfredo Behrens, 224c

O livro errado,
por Alfredo Behrens

leer en español Pedro autografava exemplares sem parar naquela tarde, a tinta da caneta manchando seus dedos tanto quanto o vinho manchava seus lábios. A fila serpenteava entre as estantes da livraria, interminável, e ele agradecia a cada rosto que se aproximava com seu romance nas mãos. Mas então ele a viu. Ela também o olhava de seu lugar na fila, e algo se acendeu no ar entre os dois, uma corrente que atravessava as cabeças daqueles que esperavam. Quando finalmente chegou a vez dela, os dois sorriam como se compartilhassem um segredo. Conversaram brevemente, mas intensamente, aquele tipo de conversa em que cada palavra parece dizer mais do que realmente diz e nem se lembra do que foi dito. Antes de ela ir embora, Pedro pegou um dos livros da mesa e pediu que ela escrevesse seu nome ...
Días buenos, <br/> por Victorino Muñoz
Rafael Victorino Muñoz, 224c

Días buenos,
por Victorino Muñoz

Por la calle iba un señor con una especie de triciclo muy particular. Se notaba que era de fabricación casera, por decirlo eufemísticamente; las ruedas eran viejos cauchos de vehículo. No tenía ni siquiera pedales. A lo sumo no resultaba superior a una carretilla para recoger desechos y como tal, en efecto, la usaba.El señor iba cantando a voz en cuello. Yo me quedé mirando tanto el armatoste como al conductor, si es que así podía llamarse. Me miró sonriendo y soltó la misma frase que dijo Don Vito Corleone justo antes de morir (si usted no sabe cuál es, vaya a leer un poco).En esas viene otra persona, conduciendo un vehículo de lujo, último modelo. Se notaba que era recién comprado, porque aún conservaba los plásticos en el asiento. El hombre que conducía comenzó a tocar corneta y a insul...
Yo, la hipertimética,<br/> por José Manuel Peláez
José Manuel Peláez, 224c

Yo, la hipertimética,
por José Manuel Peláez

Si no me hubiera sentado en el autobús justo frente a ella, esto no habría pasado. Los lentes oscuros y la gorra que recogía su rubio cabello y le tapaba parte de la frente me desconcertaron. Pero a medida que avanzábamos me convencía de que yo conocía a esa mujer. Quizás fuera la forma primorosa de sus labios o su ausencia de este mundo para estar pendiente solo de la nada que desfilaba frente a su ventanilla.Intenté no ser demasiado obvio, pero no podía evitarlo y tanto va el cántaro a la fuente hasta que ella se dio cuenta de mi impertinente mirada.─ Sí, soy yo… la hipertimética ─ me dijo mientras se quitaba los lentes.Entonces lo recordé todo. Se llamaba Isabel Cantero y la había conocido cuando mi amigo Manolo, tan dado a buscar personas y hechos fuera de lo común, me la presentó hací...
Italianos en Venezuela,<br/> por Soledad Morillo Belloso
Soledad Morillo, 224c

Italianos en Venezuela,
por Soledad Morillo Belloso

¡Ah, los italianos! Llegaron con recetas en el bolsillo, fotos de la nonna y una terquedad que ni el calor de La Guaira derritió. No vinieron a probar suerte: vinieron a quedarse, como quien planta albahaca y dice “Aquí me quedo”. Trajeron comida con alma: espagueti con cuentos, pizza que se volvió criolla, pan que huele a domingo y quesos que aquí mezclamos con guayaba y casabe. Porque en Venezuela todo se fusiona, todo se vuelve fiesta. Pero no solo trajeron sabores. Trajeron oficio: manos que sabían hacer zapatos, mosaicos, muebles. Fundaron negocios con nombres de novela: “La Bella Napoli”, “Pastelería Sicilia”. Y sus hijos, ya diciendo “chévere” con acento ítalo-criollo, siguen el legado. Porque el italiano sin proyecto no existe: si no construye, sueña con construir. ...
Te cuento que… <br/>por Suzan Matteo
Suzan Matteo, 224c

Te cuento que…
por Suzan Matteo

        Hoy se celebra el Día de James Bond, un ritual que nació en 2012, cuando el mundo conmemoraba los cincuenta años de un icono que no envejece ni en la pantalla ni en nuestra memoria. Bond, el agente 007, este caballero del espionaje británico, nació de la pluma de Ian Lancaster Fleming, periodista, escritor y espía de los que saben que la discreción es un arte y el peligro, un placer. Fleming no inventó a un héroe: esculpió un mito en forma de hombre, con trajes impecables, pistola lista y un automóvil a punto. El primer encuentro cinematográfico con Bond tuvo lugar en 1962, en Londres, con Dr. No, donde Sean Connery ya nos enseñaba que un espía podía ser elegante, letal y tener un sentido del humor tan seco como ...