Leche comenzada,
por Luli Delgado
Igualito que Proust con las magdalenas, meterme la cucharada en la boca y aparecer como por encanto una película completa fue una misma cosa.En la primera secuencia apareció una latica pequeña, a la que se le abría un huequito por el que se chupaba hasta que ya no había más nada. Era la mejor parte del recreo, aunque en mi casa a veces había, no de latica, sino para algo de la gente grande y estaba medio prohibido tocar. A veces mi mamá diluía dos cucharadas en agua fría y era rico de tomar, no tanto como en su estado original, pero rico a fin de cuentas. Era como la leche en polvo mezclada con azúcar, pero esa es otra magdalena. Sigo. Aquello sabía a gloria, sobre todo en una edad en que era virtualmente imposible empalagarse.Después sin mucho darme cuenta se quedó en la lonchera de mi i...