Falta de seriedad,
por Álvaro Ríos
Cuando la vida te deja de sonreír lo más probable es que arrugue la cara y te ponga en un autobús con destino hacia el lado oscuro. Particularmente llevaba rato en eso, pero aquella madrugada, cuando el sol demoraría un poco más en desalojar la noche pegajosa, un ruido seco lo despertó: un Fitipaldi, una especie de Quijote moderno, sostuvo una bronca con un poste. En medio del tedio miró hacia el sitio del accidente. La parte frontal del auto, abollada como un acordeón, parecía salpicada por un rocío espeso, como esos que se aprecian cuando se entra a un baño turco.
Se disponía a retornar al sueño cuando de pronto miró la botella de la que había estado bebiendo. Le atrajo su color azul intenso que antes no había advertido. La tomó, bebió el pequeño sorbo remanente y luego la revisó con...