Regalos,
por Luli Delgado
Miren si ese cuento no será viejo, que se remonta a mis quince años.
Emilia Vargas, quien trabajó en mi casa durante mucho tiempo, ya no estaba con nosotros, pero con uno de sus hijos me mandó envuelto un pote de leche condensada de regalo de cumpleaños.
Aquello me conmovió mucho entonces, como me conmueve mucho hasta el sol de hoy. Ha sido sin duda uno de los regalos que más he agradecido y estoy segura de que entenderán el porqué.
Les cuento esto porque no sé si recuerdan que hace poco escribí que una mota en Portugal es una suerte de bicho raro.
Como me cansé de buscarla, me las arreglé como pude y me acordé de que mi mamá ponía maicena en una media para aliviar las quemadas de la playa.
Pues nada, en vez de maicena, le puse talco y listo. Muy contenta con la solución del...