Solo un par de huellas,
por Javier David Volcán
La playa está sola como siempre. Aun el mar se ve como si fuese una capa metálica tremulante. La arena húmeda se apelmaza bajo mis pies y deja una huella notoriamente más profunda en el talón. Trato de hacer una pisada pareja para que se vean las huellas de mis pies totalmente definidas, pero no lo logro. Me siento estúpido caminando como un ganso para que quede la horma de mis pies perfectos. Cada vez que voy a esa playa lo hago así. Es una manera de distraerme y olvidar que ya no está. Me gusta voltear luego de un rato y ver decenas de pisadas en la arena. Algunas más claras, otras ya difuminadas por las olas que remontan la orilla. No sé si volteaba cuando caminábamos juntos. Tengo una imagen inventada en mi cabeza, una escena que es imposible que yo viera, tú y yo de espaldas caminando...